Arde el ojo aguado colorado.
Hiede el puesto que nunca ha abandonado.
Un calambre que empieza a sentir una pierna.
Un rastro de sangre se estanca en el río.
Un párpado aumenta el ritmo para luego deternerse a medio camino.
Una luz se dibuja debajo del párpado que está tapando al ojo rojo medio escondido.
Una aleta nasal se está ampliando por el aire fluido.
El agua que entra volando se deja saborear por un nuevo sentido.
Un tramo de piel tejido se contrae al frío.
Un oído nace para sentir el ruido.
Ha llegado un asesino y él ya casi está dormido.
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