viernes, 25 de septiembre de 2009

Joselito

Don Quijote by Honoré Daumier (1868)Image via Wikipedia

Joselito Piña de Agua se llamaba. No es toda su historia, es sólo un acontecimiento en particular, el que le atañe a esta explicación. Pero para poder describir ese momento especial, es necesario que ubiquemos al lector en el mundo de Joselito Piña.
Joselito Piña, o Joselito a secas, como podría haberlo llamado algún amigo que tuvo, amaba como loco a su escoba y le mantenía un lugar especial; un escobero. Sin embargo no habría de ser este hecho la causa del incidente.
Afuera, en una esquina puntuda, los días más lígeros, se reunía a discutir con su equipo de debate la ocurrencia de vicisitudes extrañas. Su escoba permanecía indiferente esperándolo. Al regresar, Joselito Piña se encargaba de escurrir una a una su par de medias empantanadas. Podríamos aventurarnos a decir que no lo haría de la misma forma el día del suceso que queremos narrar. Y eso que el no llover era un hecho siginficativo que no pasaba desapercibido por su atento volumen de preocupaciones. Dejar de hacerlo correspondía al consecuente olvido y tardío arrepentimiento, un arrepentimiento incómodo ya que no le era posible reconocer su causa.
El polvo se acumulaba bajo su cama; esto no le quitaba el sueño. Podría intuirse que un cambio en la magnitud de esta costumbre, hubiera determinado de una forma muy distinta la sucesión de acontecimientos que llevarían al final esta historia.
Cabe decir, que hubo un hecho, que de habérsele tenido en mejor estima, le pudo haber indicado a Joselito, el mejor proceder. Se trata de un momento, previo a ese otro momento del que se ocupa este relato, que en ráfagas le llegó el sueño pesado, en ráfagas lo abandonó y un vacío molesto se instaló en el centro de su estómago. Para olvidarlo se lástimaba los tobillos en las escaleras de su casa. Sin embargo, era por eso que se ocupaba siempre de colgar delicados juguetes, pendientes de finos hilos, que obstruían su paso en la entrada de cada cuarto de su casa. Si algún observador único u omnisciente hubiera o hubo atestiguado está disposición de Joselito en su casa, habría visto o vio una prueba de esta forma de vivir.
Con el polvo se acumulaba la porcelana rota de todos los muñecos que quebraba al desplazarse torpemente sin reconocer las paredes de su casa. Joselito tenía además costumbres que sus compañeros de discusión considereaban inadecuadas, pero que no se atrevían a discutir en su presencia, ni aún después de lo que pasó.
Suponiendo que en este punto, tengamos ya clara la ubicación del sujeto que protagoniza este hecho en nuestra realidad, que aunque fue Joselito, pudo haber sido cualquiera y de hecho fue calquiera y fuimos todos, valdría la pena que dedicaramos un momento cada uno de nosotros a reconstruir el instante, el espacio y el individuo, para llegar al conocimiento de la verdad sobre como pasó , pasará y seguirá pasando todo.

Reblog this post [with Zemanta]

viernes, 21 de agosto de 2009

Una decisión


Agustín Gordillo decidió que no iba a esperar más. Se paró del puesto que ocupaba en la sala de espera y apresuró el paso hasta la entrada del consultorio. La secretaria de risa nerviosa que escondía sus ojos tras dos centímetros de vidrio, apenas empezaba a reaccionar cuando Agustín ya estaba adentro interrumpiendo al médico que oscultaba a una señora gorda.

-¿Qué pasa señor? -Le preguntó el médico con imperturbabilidad profesional, mientras la señora en ropa interior color blanca mareada (la ropa y la señora. Tela y piel confundiéndose), pegaba un brinco y giraba para ocultar su verguenza.
-¿Sabe qué doctor? Que no estoy dispuesto a esperar más -Le dijo impaciente Agustín, que era flaco y pálido.
-Tenga paciencia señor... -Le pidió el médico narizón y arrugado, mientras esperaba que el otro le dijera su apellido.
-Gordillo doctor... -completó Gordillo.
-...señor Gordillo -le dijo mientras se le acercaba y le comenzaba a marcar el camino de salida de su consultorio levantando el brazo tembloroso, al mismo tiempo que los ojos por debajo de las gafas de marco grueso-. En un momento lo atiendo, no se preocupe.
-Pues no doctor, no tengo tiempo para momentos -contestó decidido-, no espero más.
-Tenga... -Comenzó a decir, pero Gordillo interrumpió.
-No señor, tampoco puedo esperar a que usted termine de hablar. Si tengo que esperar a que salga esta señora -dijo acelerando-, tampoco estoy dispuesto a soportarlo. Me voy. Ya esperé mucho mientras terminaba de decirle esto que le digo. -Dijo esto y salió. Salió corriendo.

El tiempo se le estaba acabando y aun no quería tener que esperar que su cuerpo lo desplazara fuera del edificio; tuvo que hacerlo, no sin empezar a sentirse culpable por estar traicionando su propio designio de no esperar más. Así, los pensamientos comenzaron a atropellarse en su conciencia. Lo más rápido que pudo, empezó a concluir que para no esperar tenía que dejar de pensar, pues cada pensamiento, para articularse se tomaba su tiempo.
Se dio cuenta además, que si no quería esperar más, tenía que haber decidido ya su destino y tenía, así mismo, que haberlo alcanzado ya. Fue ese pensamiento el que lo llevó irremediablemente, gracias a su grandioso poder de decisión y de voluntad imparable, a morir allí mismo, sin esperar.

lunes, 10 de agosto de 2009

Mario Bravo


No me gusta caminar y no me gustan los obstáculos. Mucho menos caminar con obstáculos. Una mañana salgo de mi casa caminando. En la puerta miro para los dos lados metiéndome las manos en los bolsillos y sin ponerme la capota. No sé si ir a lado izquierdo o derecho, decido con rapidez para no mostrar indecisión, ir hacia el frente cruzando la calle y a último momento cambiar por la derecha. Por donde sea llego. No hace frío. Saltar charcos con las manos bien acomodadas en los bolsillos es riesgoso. Caer sin el sostén de las manos es peligroso. Siempre lo pienso, nunca caigo y el pavimento esperando ansioso mi descuido para recibirme. Paso caminando por la pizzería y veo mi reflejo despeinado en la puerta de vidrio cerrada. Dos o tres problemas dan vueltas por mi cabeza tratando de solucionarse sin mi ayuda. Incoherentes y descordinadas se mezclan las ideas: dónde comprar un aguacate sin instalar soportes; dada una esfera azul, ¿cuál es la altura promedio en Lituania?. Sueño sin permiso, mi cuerpo lo ignora y en algún otro lugar apenas percibo lo que hace el resto de mí. Antes de pasar la siguiente calle, mi yo vertiginoso se aventura a imaginarme estripado por el colectivo 92. El flaco y la flaca que esperan se preguntarán uno al otro asustados que hacer y el chismoso del kiosko asomará la cabeza. Paso la calle, sigo por Mario Bravo, a la izquierda. Un problema menos, un día para sobrevivir. Una novedad menos para el tendero chino de la esquina.
Todo pasa cuando giro mi cabeza y veo el colectivo que viene. Me falta media cuadra para el paradero. Es girando la cabeza que siento que mis pies pesan. Es sintiendo que mis pies pesan que me doy cuenta que mis manos están atrapadas en los bolsillos. Me pasa el bus y con las manos atrapadas, esforzándome por levantar los pies para caminar, veo que mis zapatos se han perdido bajo el andén. Voy más lento, más pesado y andando así me comienzo a hundir. Una rubia, bajita y desordenada espera en el paradero con una maleta tan grande como la mitad gruesa de ella. Levanta la mano y detiene el bus, mi bus. Si ella me ayudara, yo podría llegar, pero a mi me da pena gritar. Estoy en un aprieto, hundiéndome, ya no veo mis rodillas y casi no soy capaz de caminar. Sería evidente el problema para quienes me vean sino me desenvolviera aparentando tranquilidad, no quiero que sientan que me tienen que ayudar. No soy problema de nadie y me sigo hundiendo; pero soy digno, estoy sólo y actúo con normalidad. Siento las piernas secas y curiosamente cómodas bajo el pavimento. Hago el ridículo , evito movimientos torpes. No quiero parecer nuevo. No estoy pensando en nadie, nadie me mira: es la actitud que pretendo. Avanzo, tanto al frente como en mi hundimiento. La rubia forcejea tratando de subir su maleta. Tal vez tenga tiempo. El andén me llega a la cintura pero siento que aún puedo avanzar. En un último esfuerzo levanto la barbilla ladeando la cabeza cuando el pavimento me llega al cuello. Ha sido mucho trabajo para llegar a subirme al bus y no tengo listas las monedas. Lo quiero tomar, pero no quiero que vean mi desespero por llegar. Cuando se ha hundido la mitad de mi cabeza, siguiendo a mi boca, decido evitar la verguenza y con el ojo que me queda paro un taxi de un guiño.

Completamente


Tengo una esfera oscura escondida tras un pensamiento transparente. La esfera oscura se esconde en la superficie del mismo color mimético suyo. Se confunden fondo y objeto.
De un balazo se partió la bola en dos. Agarró el cenicero rojo y confundió las cenizas rojas con el fondo del cristal, que a la luz semejaba la apariencia lúcida de la sangre... Y el fondo transparente. A tropezones sintomáticos de un escasa pecualiaridad verdosa.
Arco e iris de colores y río de agua. Allá los que sobraron fueron las paletas, sin saber por donde hacerlas sacar o decir. En el pato que corre pesambroso por el pasto del bosque, se le confunden unas botas rojas de farol, el rojizo dardo. El miedo tratado de yeso por el toro es directamente vacío , gótico y dolido el quejumbroso ladrido de un farolero cerdo. Esta es la calamdiad que fluctúa, que se hace expandir frutalmente por frío y yuxtaposicionamiento escondido y gorgojeante. El sombrero sobre el estante, el estante sobre el instante enmudecido de un piso embaldozado. El embaldozaldo , el azulejo empotrado. Bajo el gorro encintado, la humedad agrietada y la pintura mal pintada. Se agacha canoso, el herrumbrado portero. La mal geniada puerta gruñe y el viento enmuda el espacio en su recorrido abierto. Corrientes que se separan, seguimiento a un humo negro condensado que entra y sale por ventanas. Rascar y fluir, suspirar y dejar. Abandonar.
Al potro feo, se le encalambran los dedos, él, confundido con hedor de Hector Arciniegas, el profundo ardor del Loco Malabares. Nombres propios para locos. Impropios para los propios pertenecientes a la adjudicada dueña que posee su voluntad.
Aquel que tiene voluntad, ha tomado la fortuna de adquirir el invaluable valor de lo mal escrito y dicho, pero gritado engalanado. Mano es la que se juega bajo el sol, pero bajo la sombrilla, pero bajo la lombriz. En la tierra, en la raiz y en el gajo del escarabajo. Bajo la parte baja del bajo bajo abajo y lo atajo, tajo por tajo, le porto el jodido joto. Jota de no me joda, dejo el dejo en el tejado bien ajado. Ajo y retoño, que lo diga Toño, Antonio. It doesn't feel like Im going to go to the ongoing going. In a Boeing, trying not to get bored is tiresome. Try some, tell me. You are outgoing, when out you are going. Treat me like you are going to sell me. Know me like treating it around. Just a round of justice. Its round about its edge, edged border. Itches like a storm, turn and get torned. Swear not to be sworn. Get a sword with a world of worthing words. Mystic meta-meetings, and so these are my greetings. Greta con buñuelos saluda. Los buñuelos con Greta se intimidan. Llámese a la justicia del pendenciero. Una idea incomp

viernes, 7 de agosto de 2009

El auditorio


El acento circular de su respirar confundió a la audiencia perpleja. Se le pidió, de una forma que adelante se entenderá, explicación clara sobre la vaguedad de su insinuación. El tenebroso orador, hizo atronar un pensamiento que balbuceó sobre los ajusticiados oyentes. Su lengua salió antes que las palabras y compitiendo una por sequedad y otras por humedad, los argumentos se quebraron antes de alcanzar al primer espectador.
Un hombre entra al teatro con una niña de vestido rojo pero tejido, colgando en su brazo no desnudo. La chica de labios gruesos, redondeado rostro molesto y cabeza calva se ríe. El hombre que la carga ha perdido sus estribos cuando lentamente la deja sentada y chillando desesperanzada sobre las piernas débiles de uno de los hombres que sentado ha sido burlado mientras sus piernas ceden y la pequeña se desliza sobre ellas para quedar con la boca hacia abajo mordiendo el entapedado sucio que la calla. El mismo orate sin estribos continúa una marcha lenta y sin cuidado sobre la alfombra que lo lleva al podio del orador. Aún no hay una mirada interpuesta sobre su separación. Y la contienda a darse apenas se puede insinuar. Quienes presencian el bochornoso espectáculo, aun no dan con las palabras que quisieran escuchar. Son un conjunto de mente desatinadas, esperando saber que es lo que quieren pensar. El orador murmura sin sentido y el contendiente que avanza es mudo. Su caminar es lento, pero la paradoja de su sentir, incomprensible para el observador.
El clima se ha dispuesto a aflorar un pensamiento que los deje volver a todos a la regularidad vacía que ha sido desacomodada del lugar al que pertenece en cada una de sus cabezas. El viento que ha podido entrar con la niña de vestido rojo y su acudiente supone una aclaración.
Si la ventajosa, pero no tan apresurada sucesión de hechos dejaran desembocar la corriente de ideas que en esta escena graciosa se quieren pronunciar, habría tal vez un cuento que todos lograran protagonizar.

jueves, 16 de julio de 2009

Para morirse hay que estar vivo


En la entrega dada al siguiente , el de atrás advirtió con premura: somos una fila.
En el zaguán, el cuaderno abandonado sobre ripias, exhibe desconsuelo. No hay viento que pase sus ojos, ni lamentos que arrugen su vida.
Y le cuenta una historia al vacío que espera paciente. La materia y antimateria concluyen la ceremoniosa rivalidad en un callado chocar.
Así fue el día que morí.
Nadie lo tiene más claro que yo. Durante días, el remolineo de la muerte, me abstuvo de vivir en las cloacas abruptas del destino. Siempre lloro por las loras repetidas que salen de mi memoria y con la boca llena me abstengo de levantar la mano con olor a sudor. Me rasco en la cara esperando que el pisapapeles se exprese diciendo hola. Está ocupado.
Una botella, una pelota y un juguete en el que se exhibe un personaje con cachos. El tumulto se pregunta absorto sobre el destino incomunicable de su propio final. Pasan ligeras las venideras penas. Con la puerta abierta y afirmando la tersa zapatilla contra la cera, el andar cansino se convierte en giro. El sonido del rotar duerme con su cadencioso silbar. Un lapicero expone su tinta al absurdo y las conversaciones cada vez más vacìas lamentan existir ahí.

¿En dónde se ubica?. En la puerta de una puta. La grandísima hija de puta.

martes, 14 de julio de 2009

Ocupado


Orinando se le fueron acabando las ideas. Se preocupó al pensar que se escapaban a través del líquido excretado y azuzadas por los riñones.
Pensaba en la tarde y en las cervezas que se tomó con su amigo y su amiga. Le ardían los ojos gracias al sueño placentero que le producía la embriaguez. La imagen de Jessica se escurría circularmente en el mingitorio, mientras el recuerdo de su aroma se confundía con el aromatizante para baños.
Tratando de revivir en su memoria el perfume que percibió al saludarla en su primera salida dos noches antes, se molestó al asociarlo con el penetrante olor a orina que invadía en ese momento sus recuerdos.
Levantó la cabeza meditativo y recorrió lentamente con su mirada la porcelana sucia del orinal. La pared que lo sostenía exhibía dibujos vulgares que lo llevaron irremediablemente a imaginarse a Jessica retorciéndose y sudando bajo su peso en la cama triple de un motel cualquiera.
El chorro saliendo del cuerpo y acompañado del sonido que él mismo se inventaba pensando en el recorrido de la orina a través de su uretra, se parecía al recorrido apresurado de los autos sobre la autopista cuando el mismo hacía parte del torrente mientras las ganas de orinar motivaban su vejiga a estallar.
Así como algunas minúsculas goteras se desviaban del camino para caer fuera del orinal, la gotera representada por su Mazda 323 se salió del torrente vial antes de entrar a Hoyo Frío para detenerse en un paradero de carretera en búsqueda de un baño.
Tratar de conducir el chorro de orina por la trayectoria deseada y sobre el blanco buscado, fallando, lo frustró. Esta pequeña frustración le recordó una mayor que sintió el primer día que la vio.
Los dos hacían la misma fila esperando un bus y él comenzó a imaginar la conversación que tendrían cuando quedaran sentados uno al lado del otro. Pero el chorro de sucesos meados por el destino erró y mojando afuera, la puso a ella en el bus segundos antes de que se cerrara la puerta. Él, afuera, como perro regañado se sintió como en un baño sin papel higiénico con los pantalones abajo. Chorreando las babas vio como ella se subía y maldiciendo a gritos su mala suerte, en silencio, retumbaron las paredes de su cráneo. Sintió que algo se encogía en su vientre. Ese día ubicó el sentimiento roto en sus entrañas.
Cuando se bajó del carro en el paradero caminó encogido hasta el orinal. Hugo y Luisa se rieron de él.
Jessica era tanto su perfecto opuesto como su semejante exacto. Siempre fue así a las desesperantes horas del deseo. Lamentaba el nunca poder saber como era amarla. Encantado por su diminutos labios enmarcando los blancos y pulidos dientes había sabido soñar desgarradoras secuencias de sexo sin sentido.
Y todavía no terminaba de orinar. La orina continuaba saliendo con vigor aún cuando sintió que sus piernas le iban a fallar. Las cervezas hace rato habían salido de su sistema y al parecer lo único que le quedaba por expulsar era un eterno sentimiento roto.
Hugo y Luisa se cansaron de esperarlo tres días y se fueron. Nunca volvieron y el nunca paró de evacuar.
En aquel pueblo conservador el hecho nunca se hizo atracción turística debido a la censura que las autoridades locales le impusieron al considerar el hecho una obscenidad. La dueña del lugar se esforzó por escribir en un pedazo de lata viejo y oxidado con su propio labial la leyenda: "ocupado".

lunes, 13 de julio de 2009

Equivocarse de hora

-Tocando el bongó, me acojo. ¿Qué ves?
-Veo una rata empantanada. Que murió ahogada al calor de la luna.
-La Luna fue la que murió ahogada, acampaba al lado de un río.
-Me río. ¡Murió!.

Mario Birjamer escribe en sus antologías del pasado la transcurrencia de un encuentro de conversaciones pausadas. El anacrónico autor, nacido fuera del reloj, inexistió en la historia de un libro que protagoniza. El Apócrifo de Mario. Aclamado por el viento que pasó sus hojas y olvidado.

-Mario, ¿has pensado en lo que has hecho?.
-Todo el tiempo, pienso cada paso. Es como si no pudiera existir sin saber.
-Gracias por tu opinión. Ese era Mario.

Algún día joven, esto fue lo que pasó:
-Mami, estoy que estudio-
-Ajá- Esa fue la lacónica respuesta expuesta por su mismísima madre.

En el avanzar de las horas y en el diluir lagrimal, un espasmo en la cintura y la mala incomodidad, la oscuridad cobró tiempo.

-Tengo una oreja más grande que otra, estoy seguro.
-Yo también.
-No estoy de acuerdo.

Al caer se mojó y una burlesca mueca le sonrió dibujada en una arruga del pantalón. Esto le sucede en la noche a un demonio que sólo sale de día.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Aterrizamos alrededor de las dos de la tarde. Acababa de llover. Me llevé el sombrero a la cabeza y allí lo sostuve mientras la barca se dejaba arrastrar por el viento; cantaba una melodía suave y avanzaba arrullada por su suave, propio silbido.
Él no supo más que retroceder mientras dejaba al pánico crecer sin retirar su mirada fija y escandalizada sobre el cuchillo cubierto de sangre seca.
Hacía calor y el olor resbaladiso del piso contaba historias desconocidas que se filtraban pero escabullían sobre mi conciencia desierta, mientras el agua caída se evaporaba.
El viento seguía golpeando con fuerza, levantaba faldas como sombreros, despeinaba y aturdía. Susurraba potentes declaraciones mientras acariciaba con frialdad sus oídos al pasar.
Se detuvo, no por voluntad. Su pavor siguió creciendo. Comenzó a apretar su estòmago, a tensar los músculos del abdomen mientras se imaginaba el filo frío y la rohosa textura del cuchillo oxidado sobre su piel tibia.
Nos bajamos del avión ansiosos y no era posible simular nuestras sonrisas grandes mientras las colas de nuestros abrigos se ondeban al son de la bienvenida silenciosa.
Con el cuchillo en su mano se estremeció, pero al superarlo, se acercó. Mataría de nuevo.
Aturdido y congelado se quedó mientras veía como el agresor corría alarmado. Revisó su costado para encontrar sólo un rasguño. Extrañamente se encontraba defraudado. No se fue tranquilo. Después de veinte días hospitalizado, la infección se había dispersado con éxito en su cuerpo, así como una persevarante gota de agua permea un trapo. Moría. A un lado de su cuchillo mohoso, pendió colgado, dando fin al reloj que marcaba el tiempo de su existencia.

jueves, 19 de marzo de 2009

Elemental

Le tengo miedo al aire que respiro. Me asusta mucho su pretenciosidad, su vanidad, como se vanagloria de vida.
Hoy en día se sobrestima mucho el aire que respiramos. No sólo lo respiramos, lo olemos y nos empuja. Invade nuestra intimidad. Siempre siento que me golpea más fuerte cuando estoy desnudo. Hay quienes lo defienden de forma absurda, mientras lo acusan de darnos la vida. Yo no me quejo siempre. He tratado de quedarme sin aire, pero existe alguna clase de adicción. Si hubiera clínicas de recuperación, seguramente también terminarían llenas de aire.Oh, el absurdo aire, hay aire hasta en el aire. Nadie quiere vivir sin aire, es tan fuerte la dependencia que se mueren de asfixia si no lo tienen. Si yo fuera aire me iría,a buscar mejores aires. Pero no soy aire y no me gustan ni los malos ni los buenos aires. Yo no creo en el aire. Son teorías llenas de viento.

El agua no me da miedo, no en todos sus estados. Solo me asusta congelada y sólo me disgusta cuando moja. Me parece odiosa cuando se evapora y anda por ahí pegándose de los vidrios. Una vez me bañé.

La tierra tiene una personalidad más calmada, pero en tumulto y agitada es como un terremoto. Es feliz empantándose con el agua, pero ensuciar la tierra es como insultar al aire.

Me gusta el fuego porque es caliente y frío me gusta como no existe. Me encanta ese caracter ausente. Los dos podríamos yacer bajo tierra, pero él, no vivir sin aire, como odia vivir bajo el agua.

Una vez lleno de aire me tire entierrado al agua y prendí fuego. Y morimos felices algunos, otros nos quemamos, pero la mayoría simplemente dormimos. Es cuestión de ánimos, a veces los ánimos se calientan. A veces se queman tanto como se congelan, todos somos igual de elementales.

Todos son unos engreídos, venidos a más, pelean por saber quien existe más. Yo estoy cansado desde el principio que no tengo y ansioso del final que no va a llegar. Soy infinito desde ayer hasta mañana. Tengo todo el tiempo del mundo por un segundo. Así que no me rendiré hasta empezar. Que se vengan mil tormentas igual no sé nadar. Da igual si llueve porque no tengo sombrilla. Si hace calor no me importa porque me derrito con facilidad. Que importa si muero si estoy lleno de ganas por vivir. Si el amor no llega pues me enamoro y ya. Y si no hay comida me la como. Yo decidí no saber que hacer, entonces seguiré inseguro, mientras perdure.

Eso es vida

Al bus se sube un señor en silla de ruedas y me levanto de la cama. Apago el despertador para notar que la leche se hizo nata en mi café. El mar parece vacío, no me gusta, también tengo un amigo en el ejército. Pero cuando bajo el primer pie de la cama no encuentro mis chanclas. Es lunes y mirando el techo mientras decido si me levanto siento frío porque estiro la mano para parar el bus, así que me lavo los dientes. No me gustó el chocolate, así que llego a mi destino mientras hago el café. Ver las estrellas me da vértigo. Pienso que me levanto, tengo que ir a trabajar, es por eso que puedo dormir más si me sirvo el desayuno, tengo un pantalón azul despierto a la vez que me fijo en que esté bien la hora de mi despertador y luego veo televisión aunque me gustaría más tener un reloj, así si no ha llegado el periódico de hoy y ya quiero volver a la casa mientras me subo y el bus está lleno, pues hoy tengo ganas de salir. Al otro lado hay un perro amarrado, casualmente hay mucho ruido pero no le gusta hacer ejercicio y me duele un pie, entonces, me siento con ira y camino hacia el baño pensando que ojalá mañana no tenga que madrugar y leo mientras espero que me de sueño. Se empieza a desocupar el bus cuando bajo el otro pie de la cama y me estiro el sábado, pido pastas para almorzar a la vez que suena el despertador y todavía no sé que voy a desayunar, es que hoy me quiero vestir de negro, la causa es que no he comido nada desde el almuerzo. ¿Y si le pregunto a alguien la hora? entonces estoy soñando que mi cama está en la sala, siempre siento eso cuando llega el periódico y no me gusta la gente desubicada.

Paredes: decoración, técnicas y materiales

Estúpidas y atolondradas se aglomeraron cansadas de estudiar. Una más gorda que la otra y todas encima de todas. Una saltó de la dicha con una galleta cubierta totalmente por una especie de crema.
Las paredes comenzaron a caer y la mayoría murió aplastada, la mayoría de galletas desharinadas y sólo un grito de dicha persisíta, uno que asistía en su ausencia, lleno de grandeza, de júbilo, extático y trascendental, tan aburridor como aturdidor, un murmullo gritado.
Se levantó el humo y se levantó el vapor confuso que produce la sangre caliente. El charco de sustancia espesa y vizcosa creció, se expandió y todo lo manchó de azul, harinas, galletas y grasa de foca. Más azul que el amarillo, más rojo que el verde y sin duda más blanco que el negro. Era un perro roído era una rata podrida en un gato escondido con la piel al revés. Tripas, cortes, verrugas y emulciones. Un vaho de terror cubrió sus rostros apabullándolas, ahuyándolas, ayudándoles arruyándalas. Las alas a las malas, las mató. Tomaron. Uno y dos y jugaron del cuatro al tres, mañana se cayeron y ayer llorarán por el tiempo perdido en el tiempo, en el espacio apretado que deja el vacío. Un hombre silbaba alrededor y todo lo cubría de silencio con su son atronador, vinieron los truenos, los ruegos, los riegos, las aguas, las matas... las palomas sus palmas aplaudieron en un gozo aterrador. En el calor, en su hedor se siguió derrumbando pared a pared, puerta a puerta. Nadie abrió.

martes, 17 de marzo de 2009

jicotraliulgalporgunlopiruquetrabizatalequertiar sin estilo

Aprenda a tratar con frutas y como tragar clavos. Cogerlo (el clavo) por la base y clavarlo en la lengua (el clavo), luego tragar la lengua (la lengua) es más fácil que tragarse un clavo (en la lengua), ahogarse (sin lengua) y a última hora sacar la lengua (con el clavo) expirando, suspirando (ni clavo, ni lengua, aire) y renaciendo (el tragador de clavos), pariendo (una caja de clavos o en engendrador de engendrador de clavos tragador), brotando enterrado (en la tierra, con lengua, clavos, engedrados y cada uno y todo degenerado generado).
- En un palo muy alto allá en el alto, salto, cuando caigo me sorprendo en el piso. Me piso, me abro, me sonrojo, pero con la sangre afuera.
- ¡afuera!
- fuera o no fuera, ese era el asunto.
- puto, muy negro ....
- rojo dije.
- ...apretando el lápiz con fuerza, brotando los ojos, enrojeciendo, enfureciendo, hasta que el lápiz traspase la mesa, la mesa traspase su cabeza (ya no hay lengua, ni clavo que la sostenga).
- Mesa. Me pesa la mesa, porque encima tiene una pesa.
- Una mesa en una mesa en una mesa en una mesa y todo en una silla.

Saliendo o entrando, de un lugar a otro cambiando. Caminando , sea quieto o sea parado da lo mismo cuando todo es igual.
Nunca he estado de acuerdo con las ideas que se me oponen (comenzando a acelerar), me parece que quisieran convencerme de lo que yo no estoy convencido. Así de fuerte siempre ha sido mi criterio (este es un punto para no parar). Siempre he estado seguro de no estarlo, creo, supongo, pero con certeza lo dudo. Que se olvide lo ya olvidado ha sido algo que me rompe la cabeza, me saca de sueños y me vuelve a meter, me duerme, me despierta, es como si me cambiara de estado. (Más rápido) Es algo que me confunde de hecho, de hecho y de palabra. Me confunden en el hecho las palabras, las palabras en el lecho y sobre todo las del lechero. (Más rápido) Pero en definitiva, sin sacar conclusiones apresuradas, más que lentas, disipidas y apelotardadas, de creación lenta, de vida subyugada. De vida lenta y muerte lenta, empezando por el principio, continunando más adelante hasta la mitad y avanzando en una picada con chorizo, carne de arriba y de abajo, de los lados , de adentro, con cuero, sin cuero, (más rápido, más rápido, no importa que no entienda) con visceras, ojos, espinas, pescados, no pescados, pescadores y de manga larga, clavos, canela, puntillas, martillos con carpintero incluído, con trabajo incluido, con obra, con artista en cubos redodndos, relojes atascados que no dan el espacio, quedados y hasta pelotas sin letras. Con todo eso me voy o con todo me quedo, pero nunca, que se marquen estas palabras, como ya no se marcan y si no que mueran, que se borren, que se pierdan en el error o en el horror, en el miedo, atribuladas letra a letra, abrazádas, cobijadas, pero juntas, pero con espacios, pero asustadas cuando no calmas. Y así paré, pare. (pare).

Un día hablé del principio, un día por la noche, una noche cuando el calor abrazaba y una mujer me abrasaba , sí, en llamas. Y ayer soñé con estas palabras. Me las dijé y no me las creí, las escribo y no las creo. Porque las escribo cuando las leo, porque las leo en el invento, en un convento, el sitio solo, el monje con frío tiembla y dice: no creo. Yo tampoco creo, todo parece ya hecho, eso creo, no lo creo, lo creo. Un creo es de crear, porque la fe nace, un creo es de creer, porque para crear hay que creer, para crecer hay que nacer, para nacer hay que pacer, para pacer hay que hacer, para cacer hay que llorar, para llorar hay que podar, así: Me lo creí, lo cree, creció, creí de nuevo y nací y me puse a pacer, pací por la mañana, pacì por la tarde, pací a la luz de las melas, melas añoradas, las mismas melas que mieron macer por mamamamama, me mié, lo siento, me tomé una sopa de letras m. Lo hice, cací, casi que no cacía, pero lo hacía. Lo hacía y no dolía. Dolía si lo hacía pero no haciéndo lo, hice la. La la que nació creyendo.

Una vez un niño creyó que existía, tenía diez años. Esa certidumbre extraña, nacida de una experiencia por diez años de inexistencia absurda, lo llevó en su inocente fe a creer que él era. Y cuando estaba por nacer, cuando el utero gestante que también se lo creía vio la luz, algo le condujo a equivocarse y así en un mismo instante creyendo que existía y que no, cometió el creador el error, el único acto, el único vestigio de existencia, creer. El error cósmico de su propia fe, de la nada brotó, de la nada se tragó, en un instante sin tiempo y por siempre, en la nada ocupó todo. Y nada quedó más que el recuerdo de un sueño extraño, olvidó que era existir y se dio cuenta que olvidaba, que recordaba que existía.
Al otro día, cuando jugaba con la tierra, haciendo hormigas, se dio cuenta de que al existir el resto existió, que esas hormigas meditabundas, en su debate increíble por saber o no saber, se habían sabido los dos, los tres. Sabiendo sabidos supieron que saber sabían. Existiendo siendo fueron seres que sabían ser sabidos cuando fueron. Fueron idos yéndose. Voltearon al giro y se encontraron hallados, allá, allí, acullá y hasta aquí.

jueves, 12 de marzo de 2009

La llamada

Acabo de prender el computador. Al entrar a mi cuarto sentí otra vez el ruido. Cuando abría la puerta de mi apartamento sentí un ruido y antes ya había sentido miedo cuando subía las escaleras. El ascensor estaba lleno de muebles. Había entrado al edificio por la parte de atrás y alguien se estaba trasteando. Entré por allí, ya que sobre esa misma calle me deja el bus. El bus partió a una cuadra del lugar donde trabajo. Es un edificio. Para encontrarlo, fui hasta la esquina después de salir, giré y ahí ya estaba parqueado. Bajé desde la oficina por el ascensor y cuando me iba a subir sorprendí a una pareja besándose. Antes de ir hasta el ascensor, fui al baño. Olía mal. Antes de eso, vi al gordo de barba acomodándose la correa, eso fue cuando salía de mi cubículo. Pude irme temprano ya que terminé antes de tiempo lo que estaba haciendo, cuando estaba imprimiendo, el gordo de barba pasó carriendo con dirección al baño. Había comenzado una hora antes con un informe y había visto a un gordo de barba comiéndose un sanduche con abundante huevo en su puesto de trabajo. Yo ya había amorzado y hace una hora estaba sentando en mi escritorio, al volver del parque. Del parque había llegado con mucho calor y prendí el ventilador que hay en mi cubículo. Me había venido caminando muy rápido y la mayor parte de las dos cuadras que me separan del parque las caminé por donde no había sombra. En el parque estaba sentado al sol en una banca y en esa banca comí fideos con pollo. Al lado, en un basurero estaba la bolsa en que los había traido. Cuando llegué lo primero que hice fue abrir la comida y botar todo lo que la envolvía con rapidez. Llegué ahí con mucha hambre y había venido, casi corriendo. Antes de salir del edificio, había bajado desde el 4 piso donde está mi oficina, por las escaleras. Cuando venía bajando, un muchacho de los que llevan pedidos a domicilio venía subiendo, lo que traía olía mucho a huevo. Antes de ir a las escaleras hay una puerta abatible, casi tumbo a la recepcionista cuando ella venía en dirección contraria, no miraba porque venía llorando. Salí con prisa, después de llegar el pedido de comida china, no quería que se enfriara nada. Con este llegó un chino de bigote y con uniforme de pintor , blanco y sudando. Yo lo recibí porque la recepcionista no estaba. Antes de llegar el pedido me la había pasado mirando un libro con el estómago vacío, empecé a mirarlo después de que llame a un restaurante chino a hacer un pedido. Tuve que esperar para llamar a que la recepcionista dejara de usar el teléfono, discutía con alguien. Era mediodía. Acababa de colgar mi celular, después de una llamada extraña, no había hablado nadie. La llamada venía de mi apartamento vacío según vi en el identificador.

jueves, 5 de marzo de 2009

De día por la noche

Una mañana cuando oscurecía, él estaba parado, en una terraza mirando el techo. Sin pensarlo mucho, se rompió la cabeza entre ideas con la mente en blanco. Cerró la puerta antes de salir. Ya adentro miró el cielo y gritando en mucho silencio se quedó callado.
Totalmente confundido y con las ideas claras, sin la menor idea sobre la cantidad de opciones que tenía, se decidió por la única. En esa misma posición sin expresar nada, sonreía muy serio, y sus ojos comunicaban su total introvertimiento.
Abría los ojos fuertemente apretando sus párpados cerrados. Así de cuerda era su locura, así de loca era su cordura.
En un abrir y cerrar de ojos, volvió a abrirlos. Había sido eternamente corto el interminablemente finito pensamiento que lo envolvió.
Y desenvuelto, lleno de susto se tranquilizó ya que pesaba más de lo que medía y su estatura no pesaba.
En una carrera apresurada y lentamente marcada por su más profundo desesperamiento, se encontró superficialmente calmado. Y entre más corría más le faltaba por llegar, pues muy quieto, movía su cuerpo. Paso a paso, muy aprisa continuó quieto.
Tiritaba de calor, y en su desnudez el peso de sus ropas y todo lo que llevaba lo hacían pesadamente liviano.
A sus oídos, el silencio ensordesedor llegaba de todos los colores y la ceguera sólo le permitía distinguir hasta el más mísero sonido.
Asintiendo negó, y el haberlo hecho calló mientras contaba como lo hizo:
"Al comienzo empecé. Un poco más adelante, cuando me faltaba más de la mitad para el final estaba más cerca del inicio, sin embargo cuando llegué al final terminé".
Abucheado de admiración, se sonrojó tremendamente pálido.
Torpemente fluido continuó:
"".
El largo discurso, lo había dejado con muchas ganas de hablar y acabándose de tomar un vaso de agua, todo chorreado y más empapado que la luna, se bajó.
Completamente cansado lleno de eneregía e incapaz de continuar, pudo seguir.
Quienes lo miraban atentos, no perdían en su quietud, pendientes de cada uno de sus movimientos, ignorándolo.
Después del largo sufrimiento, atormentado por toda su felicidad y extrañando sentir algo bueno después de hastearse de placer. Se vanagloriaba de sus fracasos y estaba loco de amor por los que odiaba, con cordura. Amaba odiar tanto como odiaba amar.
Su estúpida inteligencia le repitió infinitas veces nada y al avanzar de los días retrocedía en el tiempo. Se mordía los labios con la boca abierta y se arrancaba todos los pelos de su completamente calva cabeza. Decidido dudó.
LLeno de vacío pasaron horas, meses, años, giraron planetas, se deshicieron estrellas en su creación, el universo se expandió hacia adentro y se contrajo para afuera, un hombre iba por el 234 en su tercer conteo hasta el infinito, pero a él sólo un segundo le había tomado terminar esa noche al salir el sol.

martes, 3 de marzo de 2009

biografía

La historia de esta persona es sólo insólita en los momentos que lo parece y aunque desconocida por quienes no la han escuchado, pasará a ser familiar si la escuchan con frecuencia.

Se trata de una persona que se registró en la existencia no antes de nacer. Hijo de madre.

Más alto que quienes no llegaban a su altura y sin poder llegar a ser más alto que los que eran igual a él mientras estos no se encogieran o crecieran, y en efecto de ancho ocupó todo el espacio que su cuerpo permitió.

El color de su cabello osciló en algún lugar entre el blanco y el negro, al igual que su piel. Su característica forma de parpadear le permitió alternar entre ojos abiertos y cerrados.

Fue una persona sin hambre en los momentos de llenura. Incapaz de guardar silencio mientras hacía bulla .

Respecto a sus costumbres cabe decir que fue una persona que nunca faltaba a misa los domingos, excepto los días que no iba y era esta una característica habitual cuando se trataba de hacer presencia.

Le gustaba viajar por los lugares que recorría, sin contar el resto de las veces en que, si no le disgustaba era porque no se hallaba de viaje. De cualquier forma siempre quiso ser una persona que estuviera en alguna parte.

Nunca un sábado, creyendo que fuera lunes hizo lo que debía el martes.

No hubo una sóla vez que faltando al colegio ocupara su puesto, o que estuviera ausente en el lugar que estaba.

Era una persona que siempre caminaba por donde andaba y siempre que salía lo hacía estando antes adentro. Aunque si alguna vez se fue pensando en regresar lográndolo, fue porque lo hizo. De la misma manera se pueden describir sus fracasos.

Para hablar de su estado mental habría que decir que nada lo confundía tanto como aquellas cosas que no veía claras y siempre que algo se lo ocasionaba, se sentía triste, o feliz, o bravo, o tranquilo o no sentía nada. Sólo cuando su ánimo fue contradictorio lo que sentía se oponía.

Lo que quiso sin tenerlo, deseó. Lo que obtuvo sin quererlo, no le importó y lo que ni tuvo, ni quiso, no conoció, pero algo que solía decir cuando aceptaba algo era "sí" y nunca pudo saber algo sobre lo que desconocía.

Nunca sus ojos vieron lo que pasaba a sus espaldas sino fue con la ayuda de un reflejo y esto dice mucho de sus limitaciones pues a donde no llegaba, no alcanzaba. Sus pertenenecias eran contadas y no excedían lo que tenía.

Si conoció el amor en mano de otras personas no fue sólo.

Pero sobre todo, él nunca olvidará aquellos momentos que siempre recordará y se asegurará de vivir hasta el momento que muera.
Era un hombre sin palabras, una vida entera había estado mirando el piso.
Un día levantó la cabeza, con ardor en sus ojos y una mirada violenta la volvió a bajar.

miércoles, 25 de febrero de 2009

ego


Mi paso aquellos días era lento, pero sin ceremonia, desequilibrado y destartalado, me desbarataba mientras sin esfuerzo mantenía siempre la mirada atónita, como si todo lo que viera me asustara. Así caminaba y así me representaba a los que quisieran verme, y esa era siempre la impresión que causaba, una criatura fuera de lugar.

Y aun sin tener un referente de algo distitno a la vida que vivía, sentía como había algo incorrecto sobre ella. Sobre lo que en la mañana sentía, sobre lo que se suponía que debía hacer durante un día. Sentía que no estaba en su lugar el despertar y al abrir los ojos sentía que entraba en mi un sitio nuevo, al que nunca me acostumbraría.

Incluso mi propia imagen desgarbada en el espejo, mis ojos penetrantes de expresión atónita me miraban tan asustados como yo estaba de reconocerlos. Al parecer sentíamos igual. Esa imagen escualida, desgarbada y de alguna forma imponente parecía ser el mismo demonio que toda ese extraña desdicha me creaba.

Y era así como pasaba mis días, de silencio en silencio, discutiendo fuertemente conmigo tratando de decidir si todo lo negaba o me lo creía.

Un día me la pasé riendo viéndome en el espejo, mientras me respondía a la burla cruzándome de brazos y aunque dando la espalda disparaba indignación por el rabillo del ojo.

Algún otro día me levantaba pensado que el dolor no existía, y la realidad día a día desaparecía, y al completar la rutina del despertar, abrir los ojos, ubicar mi existencia en cierto tiempo y cierto espacio, ubicaba el cielo raso blanco y se me presentaba de diferentes formas.

En esencia, lo que percibían mis ojos era siempre el mismo escenario, pero de alguna forma siempre me representaba aquella simple imagen de distintas formas, por alguna razón, aunque el blanco seguía siendo blanco su significado cambiaba. Y un día el blanco podía ser tranquilidad, otro día podía signficar vacío, y otro día pasaba desapercibido.

Así mismo se confundía mi caminar en las calles, algunas veces los andenes eran demasiado rectos para mì, me molestaba encontrar que llevaba mucho tiempo caminando derecho, por lo que me aburría y desesperaba, mientras otras veces me veía andar sobre el dorso de una culebra.

Las personas que me encontraban en el camino, en un buen día, me ignoraban y andaban sin sentirme, en días así que no me veían, unos cuantos chocaban conmigo,se confundían al no encontrar la causa de su tropiezo y sin embargo al instante lo olvidaban y seguían su camino, pues tenían muy robotizado su objetivo. Otros dìas era testigo de la transifiguración de sus rostros de distintas maneras, una mujer podía convertirse en hombre, un niño en anciano. Podían aparecer individuos que antes no estaban u otros podían desaparecer después e haberse cruzado en mi paso.

Un día, un niño venía jugando con los patrones de los andenes, saltando allì y allá divertido, haciendo correr pequeños amigos imaginarios que saltaban de árbol en árbol, mientras él los imitaba con sus manos. Yo no veía su rostro, por lo que me detuve fascinado, esperando concerlo. Siempre lo ocultó de mi, hasta el último momento cuando ya pasaba por mi lado y me dirigió su rostro que me congeló de espanto.

Así era que yo iba saltando de día en día, de impresión en impresión. Así era que me convertía siempre en una persona diferente y así a veces despertaba gordo y otras veces despertaba flaco, un día era alguien de caracter fuerte que no acepataba un desayuno sin sal. Mientras otros días los pasaba escondido debajo de mi cama con un pánico invencible, provocado por la amenzante posición en que veía ubicado al grifo del lavamanos, acompañada de mi propia mirada furibunda en el espejo.

Nunca pude saber, que era, lo que me mantenía, porque siempre había algo que me permitía reconocer que era siempre yo, a pesar de que mi memoria también se transoformaba y creía que siempre mis impresiones habían sido esas, de alguna forma era consciente de mi mutable condición y de alguna forma podía sentirme confiado de que siempre era yo.

Hasta que un día salí del espejo, con desaprobación moví la cabeza de lado a lado negándome y dejándome allí tirado salí por siempre de aquel lugar, sorprendiéndome al llegar a uno menos sensato.

lunes, 23 de febrero de 2009

mañana, hoy o ayer

Todavía no estoy listo para contar lo que me pasará mañana, ni para empezar a describir como se vestirá el día cuando salga por primera vez a la calle.
Mucho menos voy a perder el tiempo escribiendo como llegaré hasta el insalvable obstáculo del medio día, ni como superaré la maratónica labor de empujar el segundero a través de la tarde.
Me enferma la sola idea de tener que repasar, cara por cara las impresiones que me causarán los que en mi camino se crucen.
Apenas si soportartaré el mareo provocado por la mirada angustiada sobre el camino largo que quedará aún por recorrer.
Me encontraré con la dificultad de darle hilo al día, de encontrarle sentido a la serie de sucesos. Cada uno se irá quedando sólo, indeterminado e irá desapareciendo al hacerse manifiesto su significado.
El día pasará, puedo decirlo, como nada más que un largo , larquísimo bostezo, que solo quedará por acabar olvidándose bajo el pesado cerrar de mis ojos... Así fue como olvidándome de ayer salí hoy... y mis ojos se atreven a cerrarse de nuevo.

viernes, 20 de febrero de 2009

Asevero

Sí, tal vez podría escribir y contar como me rodé por las malditas escaleras, tal vez podría volver a rodar y ver girar los recuerdos.

O podría simplemente quedarme en esta silla remordiendo mis labios y castigándome con una mirada fija en el sucio piso de madera.

Pero Pedro no me deja , su ceja se fija en mi oreja, y en forma de queja cuando se aleja.... -¡Es una pendeja!- grito.

El grifo sigue abierto, y Alberto a a quien no advierto, pierdo. ¡Mierda!.

Es ella quien lo ocasiona, así funciona, se frunce y cuando se emociona, suena. Entra, se centra, se concentra y aprieta la cuerda gruesa.

Es obesa y está sucia, pero no por esto renuncia y al contrario anuncia: Denuncia!.
Me frunzo y la disgusto mientras me asusto, porque no me ajusto. Y es justo!.
Pero con gusto asevero: "fue severo el celo, de un pelo me apego"... y me pegó, mi sangre se regó y mi ego hirió.
Cogió un lirio y parecía un delirio cuando lo prendió, luego lo sacudió, cuando Alberto acudió. Se enredaron, se rieron, se pegaron, se agazaparon, se escondieron, minúsculas chispas murieron, casi ni fueron.
Pedí perdón y se abalanzaron a desatarme, ahora si querían acatarme cuando pedí la hora.
Nora!, el reloj, joder, la hora. Por qué no se apura, no ve que supura?.
Y por pura duda, ella, ruda, mientras suda, llora por su lora, la cantora.
En un cerrar y abrir de ojos de uno de sus piojos y de una araña milojos, me incorporo, me toco un poro y me acongojo por el dolor inoloro.
Salimos todos corriendo, viendo como vamos subiendo.

Abriendo, caminando, entrando, cerrando, subiendo.
Parando, oliendo, viendo, gritando, llorando.
Agonizando, moviéndose, susurrando, callando, mirando y muriendo.
Bajando, abriendo, saliendo, caminando, cerrando. ATROPELLADO!